Grafito

Hace mucho soñe q me encontraba solo.. sentado frente a una mesa de madera. Junto a mí estaba alguien q me conocía y me mostraba una carpeta grande llena de dibujos en grafito.
Pasaba uno a uno los dibujos, Muy lentamente. Todos con la misma temática. En todos había un camino y en ese camino piedras de todos los tamaños. Pude ver q en el dibujo había una persona q intentaba avanzar en medio de tantas piedras, entonces pregunté q significaba todo eso. Y me respondio: “el del dibujo sos vos!. “. “Por qué me has puesto tantas piedras?” replique. Y el sin mirarme me respondió “yo solo te di el lápiz. Tu camino lo dibujaste vos”.
Hoy, muchos años después, me doy cuenta que así como puedo dibujar piedras… también puedo borrarlas.

Ojalá

Ojalá que la Dulce luz del Alba no atenúe la cálida caricia de tu presencia en mi alma.
Ojalá que el bullicio de mis pasos en el día no silencie el aleteo de tu esencia en mi vida.
Que mi olvidó no te aleje.
Qué mi silencio no te acalle.
Ojalá que pueda encontrarte escondido en las miradas de los ojos que se cruzan en mi andar.
Ojalá me busques todo lo que yo no te busco y me esperes con tu tierno abrazo al descansar.
Porque sin tu mirada me pierdo.
Y sin tu amor no me encuentro.
Porque no puedan mis manos obrar y mis pasos andar si la gracia de tu amor no puedo encontrar.
porque aunque mi voz no te aclame, ni mis manos te abracen, sos para mí alma Dios, la luz mas brillante

Cuento - El Campo de Trigo - Tercera parte

Noche y Tormenta


Con el tiempo nos damos cuenta de que todo cambia de acuerdo con la perspectiva en que se lo mire. Depende del momento en que se analizan las cosas y de las circunstancias.
Cambian las personas, cambian los lugares y los conceptos, todo depende del observador, del testigo, e incluso del relator.
Y así es como la sala de la estancia, que durante el día se encontraba llena e invadida de 
ruidos, olores y colores, en medio de la noche se convertía en un lugar lleno de mística y cuna de descubrimientos personales...
Esa noche, tras una larga y ruidosa tormenta, cuando ya el viento y el agua habían cesado, estando el cielo cubierto de nubes, tantas que no dejaban pasar ni un pequeño rayo de luna y la oscuridad llenó de silencios los rincones, dejando ciegos por un pequeño instante a tres de los niños que vivían en esa casa y que sin que nadie los viera escapándose de sus habitaciones; pero permitiéndoles gracias a esto disfrutar de un exquisito saboreo del resto de los sentidos. Y lo que durante el día, estando llenos de luz, es completamente imperceptible, en ese momento se convirtió en protagonista de la escena.
El sonido parecía potenciado, (el crujir de los muebles, la respiración e incluso el movimiento de las hojas de lo árboles al balancearse gracias a la brisa); el olor a lluvia y a tierra mojada que ingresaba por la ventana, y la linda sensación de percibir el aire fresco en el rostro. Todo se sentía y parecía diferente.
Luego de dejar la mesa desnuda, el mayor de los niños encendió y reposó sobre ella una 
vela, que fue en ese momento, imán de percepciones y centro de las miradas pequeñas.
Y sus ojos no pudieron dejar de mirarla...
Casi como si fuera un exposición o una presentación, comenzó en ese instante un 
espectáculo privado del fuego. La gota redondeada, amarilla casi blanca danzaba en la sima y casi flotando suavemente se movía, robando pequeñas sonrisas al dar en forma esporádica pequeños espasmos caprichosos.
La cera casi traslúcida se modificaba, se ablandaba y endurecía, dejando marcas, marcando huellas. Siendo parte de ese momento, el mayor de ellos no podía dejar de pensar, 
Será que una vela nos imita? Será acaso que somos como velas? Que en algunos casos 
nunca nos encendemos, y nuestra existencia pasa a ser completamente inútil y sin sentido. Y en otros casos cumpliendo nuestra misión damos luz e iluminamos y entregamos pequeños momentos mágicos, encontrando y cumpliendo nuestro objetivo.

De repente la puerta de la cocina se abrió y entró el peón, que se sorprendió al ver los niños ahi, pero mucho más se sorprendieron y asustaron los niños que estaban casi hechizados ahí.

-          ¿Pero qué hacen aquí niños? dijo el moreno peón.
-          Nada, Nada, solo estábamos… estábamos aquí mirando el fuego,
-          Pero niños si su padre los ve, los regañará mucho, vayan a dormir, les sugirió en un tono cómplice y amistoso.

Los niños rápidamente le hicieron caso y salieron casi corriendo, salvo el mayor de ellos que se quedó allí esperando a que sus hermanos salieran para poder hablar un momento
con el peón (con quien tenía una relación de amistad y de confianza), y cuando estaban 
solos le preguntó.
-          ¿y tu que haces a esta hora? aun no es la hora en la que te levantas. ¿por qué estás vestido como para salir, si es de noche y ha llovido tanto?
-          Es que hay algo que me tiene preocupado patroncito. hoy en la mañana vi por segunda vez, un niño por los alrededores, creo que es un vagabundo o está perdido, ud, sabe patroncito yo ya lo he visto un par de veces, anda como escondido, está en los alrededores vio y me ha preocupado que esté ahí afuera asustado.
-          ¿y por qué salís a esta hora? ¿no es mejor ir de día y con más personas para que te ayuden a encontrarlo?
-          No patroncito, el niño debe estar asustado ahora, además de día, ¿ud creo que su padre me dejaría ir a buscar a un niño?
-          Entonces no te quedes aquí, ve rápido, y llevalo al galpón grande, yo mañana iré ahí.
-          Claro mi patroncito, eso haré, vaya a acostarse que ya pronto saldrá el sol, y no quiero que me lo reten si lo encuentran levantado a esta hora.

El pequeño volvió pensativo a su cuarto, y el moreno luego de ordenar la cocina y guardar la vela, salió al campo, buscando a un niño que no conocía a un niño que no sabia si estaba perdido o escapaba, sin saber tampoco que así como el fuego transformaba la vela, ese niño transformaría sus vidas, dejando marcas, marcando huellas.


Cuento - El campo de trigo - Segunda parte


Escapando...


De repente se vio corriendo en medio del campo, no podía entender que hacía ahí y mucho menos por que corría de esa manera desesperada. Y mientras lo hacía intentó recordar algo, pero no pudo hacerlo, y mucho menos en ese estado, el aire le faltaba y las bocanadas de oxígeno que pretendía tomar al respirar eran insuficientes, estaba todo transpirado y sentía que su corazón no solo latía en su pecho sino también en su cara y en sus manos, las piernas se movían solas dando zancadas descontroladas… miró hacia atrás, viendo si alguien venía hacia él, y tuvo un interrogante nuevo, alguien lo estaba siguiendo?  Por qué además de estar cansado, sentía miedo? Y estando más pendiente de su mente que del control de su cuerpo, sucedió lo que tenía que suceder, sus pies tropesaron y después de tambalearse unos metros cayó sobre las piedras y quedó tendido ahí por un rato largo hasta que la respiración casi volvió a su ritmo normal y de a poco tomó conciencia del lugar, estaba metido en medio de la nada, el piso estaba húmedo y la vegetación era abundante, no podía ver ningún curso de agua a simple vista pero sentía el ruido del río cerca, un poco mas delante de donde se encontraba la vegetación parecía no ser tan abundante. Se sentó y se quedó mirando fijamente el suelo, con sus manos apretaba la tierra tratando de aferrarse a algo, buscando un recuerdo, tan solo un recuerdo en su mente. Quien era? Donde estaba? Que hacía en ese lugar y por que corría? Pero como había pasado otras veces no pudo encontrar en ese momento las respuestas.
Perdió la noción del tiempo, no sabía cuánto llevaba ahí, se levantó, y comenzó a caminar temeroso, vigilante y desconfiado, permanentemente controlaba su espalda hasta que salió lentamente del matorral, y a lo lejos pudo ver algo que nunca había visto, un castillo pequeño anclado en medio de  un enorme laberinto color oro que danzaba con la briza que se extendía hasta el horizonte. Y en medio de todo el laberinto pudo observar como caminaban unas extrañas criaturas de dos cabezas y grandes jorobas peludas, se movían lentamente, y casi arrastraban la cabeza por el piso. mansas y extrañas criaturas bajo un cielo celeste profundo que repartía grandes remolinos blancos.
Eliseo se encontraba inmerso en su propio mundo, un lugar donde no había lugar para nadie más que él. la realidad se transformaba en su mente; luego de entrar en sus ojos todo se transformaba de manera caprichosa, por momentos podía atravesar las murallas de su propio cautiverio y conectarse con el mundo de afuera y el resto del tiempo solo vivía en su propio ser tratando de descifrar las señales que vienen de afuera. Cautivo en su interior y ajeno de la realidad,
No existía en el mundo quien lo buscara, vivió prácticamente sólo en un establo, luego de que el patrón de sus padre notara en él algo extraño, sus movimientos permanentes y la forma constante de mecerse, no pronunciaba ni una palabra y con sus brazos realizaba movimientos extraños, su mirada perdida y profunda y la falta de comunicación hasta con su propia madre, hizo que el patrón tomara la decisión de arrebatárselo a sus padres, esclavos comunes trabajadores del campo, que a pesar de hacer su trabajo de manera correcta, no tuvieron el privilegio de tenerlo con ellos. Eliseo fue llevado a una estancia vecina en donde necesitan a un pequeño que cuide el corral. sus padres desde los siete años nunca volvieron a verlo.