Fuimos a tu casa y como todos los domingos estabas metido en el taller, haciendo cosas, tal vez algún juego de plaza para los enanos, algún muñeco o esas cosas raras que solo a vos se te ocurren. Los chicos corrieron a encontrarte, y los saludaste con abrazos y besos “llegaron los cabezoncitos” dijiste y al instante te fuiste a jugar con ellos en el patio, mientras preparabas el asado, como siempre le pusiste una estopa con tiner para que prendiera el fuego rápido. Te miraba de adentro y me dio risa tu risa muda, y todos tus nietos te hacían reir para verte tentado. Corriste con ellos hasta no dar mas, los subiste a una colcha tirada en el piso, y los arrastrabas, se tu subían a peteco, te despeinaban, y vos en el medio de ellos como un niño mas Mas tarde, estando ya en la mesa, no hablamos de nada importante, solo de tonteras, y de nuestras opiniones siempre tan contrarias. Y luego de almorzar, nos reimos todos de vos, de ver como te quedabas dormido en la mesa apoyando tus manos grandotas en la frente para que no se cayera tu cabeza, sin alcanzar a tomar el café… Que extraña sensación es extrañar no solo los momentos vividos, sino también extrañar esos hermosos momentos que nunca pasaron, pero que si no te hubieses ido podrían haber ocurrido. …
te amo y extraño tanto
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