Escapando...
De repente se vio corriendo en medio
del campo, no podía entender que hacía ahí y mucho menos por que corría de esa manera
desesperada. Y mientras lo hacía intentó recordar algo, pero no pudo hacerlo, y
mucho menos en ese estado, el aire le faltaba y las bocanadas de oxígeno que
pretendía tomar al respirar eran insuficientes, estaba todo transpirado y
sentía que su corazón no solo latía en su pecho sino también en su cara y en
sus manos, las piernas se movían solas dando zancadas descontroladas… miró
hacia atrás, viendo si alguien venía hacia él, y tuvo un interrogante nuevo,
alguien lo estaba siguiendo? Por qué además de estar cansado, sentía
miedo? Y estando más pendiente de su mente que del control de su cuerpo,
sucedió lo que tenía que suceder, sus pies tropesaron y después de tambalearse
unos metros cayó sobre las piedras y quedó tendido ahí por un rato largo hasta que
la respiración casi volvió a su ritmo normal y de a poco tomó conciencia del
lugar, estaba metido en medio de la nada, el piso estaba húmedo y la vegetación
era abundante, no podía ver ningún curso de agua a simple vista pero sentía el
ruido del río cerca, un poco mas delante de donde se encontraba la vegetación
parecía no ser tan abundante. Se sentó y se quedó mirando fijamente el suelo,
con sus manos apretaba la tierra tratando de aferrarse a algo, buscando un
recuerdo, tan solo un recuerdo en su mente. Quien era? Donde estaba? Que hacía
en ese lugar y por que corría? Pero como había pasado otras veces no pudo
encontrar en ese momento las respuestas.
Perdió la noción del tiempo, no sabía
cuánto llevaba ahí, se levantó, y comenzó a caminar temeroso, vigilante y
desconfiado, permanentemente controlaba su espalda hasta que salió lentamente
del matorral, y a lo lejos pudo ver algo que nunca había visto, un castillo
pequeño anclado en medio de un enorme laberinto color oro que danzaba con
la briza que se extendía hasta el horizonte. Y en medio de todo el laberinto
pudo observar como caminaban unas extrañas criaturas de dos cabezas y grandes
jorobas peludas, se movían lentamente, y casi arrastraban la cabeza por el
piso. mansas y extrañas criaturas bajo un cielo celeste profundo que repartía
grandes remolinos blancos.
Eliseo se encontraba inmerso en su
propio mundo, un lugar donde no había lugar para nadie más que él. la realidad
se transformaba en su mente; luego de entrar en sus ojos todo se transformaba
de manera caprichosa, por momentos podía atravesar las murallas de su propio
cautiverio y conectarse con el mundo de afuera y el resto del tiempo solo vivía
en su propio ser tratando de descifrar las señales que vienen de afuera.
Cautivo en su interior y ajeno de la realidad,
No existía en el mundo quien lo
buscara, vivió prácticamente sólo en un establo, luego de que el patrón de sus
padre notara en él algo extraño, sus movimientos permanentes y la forma
constante de mecerse, no pronunciaba ni una palabra y con sus brazos realizaba
movimientos extraños, su mirada perdida y profunda y la falta de comunicación
hasta con su propia madre, hizo que el patrón tomara la decisión de arrebatárselo
a sus padres, esclavos comunes trabajadores del campo, que a pesar de hacer su
trabajo de manera correcta, no tuvieron el privilegio de tenerlo con ellos.
Eliseo fue llevado a una estancia vecina en donde necesitan a un pequeño que
cuide el corral. sus padres desde los siete años nunca volvieron a verlo.
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